Máscaras Mexicanas
 
 
Por Ruth Deustsch de Lechuga
 
                       
           

Las expresiones de las máscaras son

infinitas y llenas de fantasía.

Máscaras risueñas, malignas, con

cuernos y orejas de animales

diabólicos;

hay de todo, pero siempre son

obras de arte.

 

         
             
           
Diablo, carnaval. Mixteco.
         
La máscaras tienen muchas funciones: esconder, proteger, liberar, transformar, disfrazar, actuar e impartir poder a quien se la pone.
Muchas de estas funciones se encuentran en las máscaras del México actual. Dicen que los "judíos" de Semana Santa se ponen máscaras para no ser reconocidos cuando van a matar a Jesucristo. En las batallas que escenifican los diablos de Tanlajás, San Luis Potosí o los tigres de Zitlala, Guerrero, la máscara protege a su portador contra los golpes del adversario. Algunos danzantes me han contado que no se atreven a desempeñar su papel si no tienen puesta la máscara; en ese momento se sienten liberados, ya no les da pena y pueden actuar con soltura. Durante la Semana Santa, los disfrazados de varias regiones del país toman posesión del pueblo y se convierten en única autoridad. Pero ante todo la máscara junto con la indumentaria, tiene el propósito de transformar a quien la lleva puesta en un personaje determinado que tiene un papel en una danza.
En el territorio mexicano existen desde hace cuando menos tres milenios. Los usos que de ellas se hacía en la época prehispánica se han conjugado con las aportaciones españolas para formar las culturas de hoy. Ambas épocas han dejado huellas tanto en las propias máscaras como en las danzas en las que se usan.
 
         
           
Perro, danza de los morenos. Nahuatl.
   
       
En algunas máscaras podemos reconocer la fisonomía de los antiguos dioses. Las caretas de "viajo" usadas tanto en carnaval como durante los días de muertos en la región de Huejutla, Hidalgo, son muy polifacéticas. Algunas se asemejan mucho a la deidad prehispánica de Xipetotec, nuestro señor el desollado. Durante la fiesta en su honor, se mataba a un esclavo y un joven vestía su piel para simbolizar la nueva capa de vegetación que cubre la tierra en primavera. sus facciones se representaban con la boca abierta y costuras a lo largo de la cara, costuras que en la máscara actual se imitan con pintura blanca. Aunque ya nadie recuerda a Xipe-totec, la imagen ha quedado viva en la careta descrita.
Por otro lado, encontramos máscaras que recuerdan el estilo barroco. En las fachadas de muchas iglesias mexicanas se pueden observan máscaras con expresiones como la del "patrón" de los "parachicos". La técnica empleada para hacer ésta y muchas otras máscaras consiste en esculpir los rasgos finamente en la madera, lijar la superficie hasta dejarla perfectamente lisa, cubrirla con una capa de Blanco de España, volver a lijar, aplicar pintura al óleo y frotarla con una mucosa animal, para que tome la textura de la piel

                   
Máscaras Mexicanas...
       
Algunas de las máscaras que usan los danzantes son de origen prehispánico, como por ejemplo, aquéllas donde intervienen el llamado "tigre" que en realidad es un jaguar y cuyo retrato se encuentra frecuentemente en códices y en otra imágenes del México antiguo. Por otro lado, danzas como la de los "moros y cristianos" documentan un hecho importante en la historia española que fue trasladado por los conquistadores a suelo novohispánico.
Sin embargo, cabe señalar que ni las máscaras ni las danzas han permanecido iguales desde su origen hasta el presente. La fusión de formas del pensamiento prehispánico y del europeo ha producido un sincretismo, una nueva cultura, o más bien nuevas culturas, puesto que México es un país pluricultural.
México es un país especialmente rico en danzas, en las que se usa una enorme variedad de máscaras; se acostumbran tanto en las comunidades indígenas, como en las poblaciones rurales y hasta en las grandes ciudades.
Hay danzas que expresan la cosmovisión de los pueblos prehispánicos; otras que representan temas bíblicos, aprendidos de los pueblos misioneros del siglo XVI, danzas que recuerdan hechos históricos o costumbres del ejecutante, etc.
Subyacente a su tema aparente, las danzas suelen tener otros significados: pedir para que llueva, dar gracias por la buena cosecha, pedir que haya buena cacería, venerar al "tona" -que es el doble animal que posee cada persona y con el cual comparte su destino-, rendir homenaje a los ancianos, etc.
Pero independientemente de la trama de las mismas, éstas se ejecutan sobre todo durante la fiesta patronal del pueblo o durante las peregrinaciones a algún santuario venerado, donde acuden devotos de una amplia región. Ciertas festividades se celebran en todo México, principalmente durante el carnaval, la Semana Santa y los días de muertos, y en todas participan con mucha frecuencia personajes enmascarados.
También los cambios de autoridades indígenas, religiosas o políticas, se acompañan a veces de danzas.
Aunque la máscara es un medio para representar a un determinado personaje por el contexto en que se usa, es siempre un objeto ceremonial, pues se danza en honor del santo patrono, de los antepasados, para representar los pasos de la Pasión, etc. Aunque el danzante participe por gusto, el solo hecho de andar enmascarado y con una indumentaria a veces muy pesada durante horas bajo el rayo del sol, r epresenta de por sí un gran sacrificio. Por todo lo expuesto se deduce que las danzas, lejos de ser exhibiciones folklóricas, representan un rito importante para la comunidad. Los mismos habitantes del pueblo son los espectadores y, como conocen las danzas perfectamente, son un público muy receptivo que goza cada momento de la fiesta.
Aparte de su función en las danzas, las máscaras se afirman como obras de arte, que permiten un goce estético. El tratamiento suele ser realista, retratos fieles de ciertos personajes, pero también las hay como superposiciones de animales, alimañas, etc. con resultados inimaginables. Hay semblantes serios, sonrientes y caricaturescos; apariencias malignas, diabólicas, terroríficas, bondadosas y bobaliconas. Las razas que dieron origen al mexicano de hoy se pueden contemplar en caretas de gente blanca, indígena y negra.
Aunque la mayoría están talladas en madera, se usan también otros materiales como cuero, piel, tela, papel aglutinado, bules, cera, barro. tela de alambre, hojalata y muchos otros. El artista que produce esta enorme gama de máscaras es en general el campesino, que se encarga de esta manera en la continuidad de esta hermosa tradición

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