Antes que la primera palada de arena
fuera dada en el balneario, Chiozza había pensado en la capilla, ya que
muchas familias posiblemente no elegirían San Bernardo para veranear,
de saber que no hay un lugar dedicado al culto Católico en el lugar.
Esto Don Chiozza se lo comenta al Doctor Podestá, fiel compañero y
otro gran impulsor de la ciudad, a partir de ese momento el Dr. Podestá
se ocupó personalmente de realizar todos y cada uno de los trámites
para que la capilla fuera una realidad.
El Monseñor Chimento, Arzobispo de la Plata dio la autorización
haciendo dos peticiones: la primera que se pusiera a la Capilla el
nombre de Stella Maris, y la segunda petición que el terreno donde se
construiría tuviera por lo menos 2.000 metros de superficie.
El Dr. Podestá sabía que el primer pedido era fácil de cumplir, pero
en cuanto al segundo tenía dudas de que Chiozza accediera a ceder 2.000
metros de terreno.
Cuando se lo comentó, este tomó un plano de San Bernardo e indicó un
triángulo de 3.230 metros de terreno del balneario, limitado por las
calles Av. Mitre, Falkner y Diagonal Urquiza. Los 3230 metros fueron
donados y allí se construyó la capilla, previéndose futuras
ampliaciones.
La obra se inició en 1948, en pocos meses la capilla se alzó todavía
solitaria, siempre hermosa entre los médanos y pajonales.
En marzo de 1949 todo estuvo dispuesto para su inauguración.
En cuanto a su ornamentación interior, tanto el hermoso altar gótico (retablo
y mesa), como los demás accesorios para el culto, todos realizados en
madera, fueron ejecutados por un excelente ebanista de Buenos Aires. El
trabajo realizado realmente impecable desapareció lamentablemente
Años después al reformarse la capilla.
Sus paredes poseen unos hermosos frescos realizados por la conocida
artista Lucía Franco.
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